LA NIÑA DE LA U

PARA CANDELA

Soy la niña de la U.

—-

Si musito UUU.

Si susurro UUU.

Si grito UUU.

Si lloro UUU.

Soy la niña de la UUUU.

—-

Si mi garganta musita GUUUU.

Si mi garganta susurra GUUUU.

Si mi garganta grita GUUUU.

Si mi voz llora GUUUU.

Soy la niña de GUUUU.

—-

Si musito GURU.

Si susurro GURU.

Si grito GURU.

Si lloro GURU.

Soy la niña de GURUUUU.

—-

Si musito GURUGÚ.

Si susurro GURUGÚ.

SI grito GURUGÚ.

Si lloro GURUGÚ.

Si ya repito GURUGÚ.

Soy la niña de GURUGÚÚÚÚ.

—-

Si no sabes GURUGÚ,

CORAZÓN es GURUGÚ.

—-

(LUIS DE VALDETÉ)

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LA CUEVA DE LOS BURROS DE LA UÑA (LEÓN): DESHACIENDO MITOS Y LEYENDAS

En La Uña existen varias cuevas en las rocas calizas que se dejan ver por sus montes.  La mayoría de ellas son pequeñas y sirven de refugio a la fauna salvaje. Hay dos, no obstante, la de la Llave y la de los Burros, que son mayores que las demás y que por eso tienen nombre propio. Ambas situadas en el promontorio que se halla en el ángulo que forman el río Esla y el de Balagar, en su confluencia. En el paraje llamado Entrelassierras. La de la Llave mira hacia el oeste. La de los Burros hacia el sur. Las dos próximas entre sí y próximas a la población.

De las dos, la más grande es la cueva de los Burros. Esta ha sido objeto de estudios arqueológicos llevados a cabo por la Universidad de León. Sus resultados se han publicados en revistas y libros y desmienten asertos escritos u orales como el de que en el lado sur de la cordillera cantábrica no hubo vida humana hasta tiempos posteriores al año 4000 a. C. o el de que allí se hallaron restos óseos humanos.

Para los investigadores el nombre del yacimiento es  «Cueva de La Uña», y así se halla en dichas publicaciones, que nos servirán de guía e información.

Para entender mejor los resultados de las investigaciones, sobre todo para los no expertos en arqueología, se podrán tener en cuenta algunas consideraciones generales.

El pueblo de La Uña (1200 metros de altura), y su entorno, se hallan situados en el extremo nororiental de la provincia de León, en las estribaciones de los Picos de Europa, vertiente sur de la cordillera cantábrica. Muy próximo a la peña Ten, macizo calcáreo de 2142 metros de altura. Una parte de la peña vierte sus aguas hacia Asturias y la otra hacia Léon.

El clima de La Uña se ha caracterizado por tener un final de otoño, todo el invierno y el comienzo de la primavera con fuertes nevadas y heladas extremas, lo que hacía que la nieve y el hielo cubriera durante el período anunciado todo el territorio. Se podría decir que solo una parte de la primavera, el verano y otra parte del otoño eran aptos para las labores agrícolas-ganaderas.

Base de arpón aziliense encontrado en el nivel 4 de la excavación de la cueva de los Burros (tomado del primero de los estudios citados al final)

Las conexiones de La Uña con Asturias, buscando la costa, se efectúan a través de tres puertos de montaña. El de Tarna comunica con el valle del río Nalón, que desemboca en el mar Cantábrico en Pravia. El de Ventaniella lleva hacia el río Sella, lo mismo que el de la Fonfría; el río Sella desemboca en el mar Cantábrico en Ribadesella. En los dos primeros está constatada la existencia de calzada romana (abierta sobre caminos muy anteriores) que se unían en lo que hoy se conoce como la Turriente. Siguiendo el curso del río Esla llegaba a Torteros donde confluía con la también calzada romana que bajaba del puerto de Pontón, y se dirigía hacia la meseta.

El yacimiento de la cueva de los Burros de La Uña fue descubierto en 1991. Se trata de una pequeña cueva de alrededor de 18 m2. Forma un único espacio que se va estrechando desde la boca hacia su interior. Las excavaciones se iniciaron en 1992 y continuaron  en 1999, 2003 y 2004. Fueron llevadas a cabo por investigadores de la Universidad de León. Los resultados han ido apareciendo en diversas publicaciones en español y en inglés. La más reciente es de 2023. En todas ellas aparece como una de las investigadoras más importantes Ana Neira Campos. Estos estudios serán los que aporten los siguientes datos.

En el yacimiento arqueológico los investigadores han hallado cuatro niveles, siendo los más interesantes el 3 y el 4. En todos ellos se han hallado gran cantidad de elementos de la cultura material de sus moradores, de los cuales la mayoría son elementos líticos (de piedra) y óseos de la fauna consumida.

La industria lítica está muy presente. Se han encontrado raspadores, hojitas retocadas, puntas azilienses, buriles, truncaduras, perforadores, etc. Los materiales utilizados son la cuarcita, el cuarzo y el sílex (chert negro y radiolarita). Las piezas de este material son las más abundantes. La mayoría de los materiales  utilizados proceden de las proximidades del yacimiento, mientras que solo unos pocos serían foráneos.

Los restos óseos proceden de animales como el ciervo, el jabalí, el rebeco, la cabra salvaje y el corzo. También de mustélidos, zorro, lobo, oso y trucha.  De hueso se han encontrado fragmentos de arpones  planos.

Materiales cerámicos muy fragmentados  y de pésima cocción forman parte de los hallazgos.

Un hallazgo significativo ha sido el de un hogar en el nivel 3 y otro en el nivel 4. El del nivel 3 mide c. 50 cm de diámetro, situado  en una cubeta rodeada de piedras calizas y ubicado en el centro de la cueva.

Pieza ósea decorada del nivel 3 (tomado del primero de los estudios citados)

Desde el punto de vista artístico, aunque en pequeña cantidad, hay que destacar la presencia de cuatro fragmentos de hueso con formas geométricas de tamaño pequeño, entre 9 y 15 mm. Son geométricos lineales muy simples, convirtiéndose en la primera manifestación del arte mueble de la provincia de León. En las paredes de la cueva se hallan grabadas dos líneas paralelas que podrían suponer, según los investigadores, la primera presencia del arte rupestre mesolítico de la provincia.

Los moradores de la cueva de los Burros, en reducido grupo dada las dimensiones de la cueva, se dedicaban a la caza y a la pesca (trucha). Sin olvidar la talla de la piedra. Habrían habitado la cueva estacionalmente en los meses de primavera y verano. A lo largo del otoño y para prevenir los rigores del invierno encaminarían sus pasos por los puertos de montaña a las zonas cálidas de Asturias. Eran, pues, nómadas. Se trataría de ocupaciones cortas y repetidas.

Cronológicamente, tanto los restos líticos como los óseos se corresponden con el Mesolítico (10000-6000 a. C), periodo intermedio entre el Paleolítico y el Neolítico, los tres períodos que comprenden la Edad de Piedra. Tres muestras de carbones encontrados en dos hogares distintos (nivel 4 y nivel 3) han  sido datadas por el C14 en fechas diferentes: el del nivel 4 en 7010 a. C. (más-menos 50); las dos correspondientes al nivel 3 en  6280 a. C (más-menos 80) y en 6150 (más-menos 40).

Para los interesados en profundizar en el tema, algunos de los trabajos en los que aparece la cueva de La Uña:

  • Ana Neira Campos et al., «Paleolítico superior y Epipaleolítico en la provincia de León».
  • Ana Neira Campos et al., «El nivel III de la cueva de La Uña (La Uña, Acebedo, León): Industria lítica y Elementos Artísticos de un yacimiento mesolítico en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica».
  • Ana Neira Campos et al., «The Mesolithic with geometrics south of the ‘Picos de Europa’ (Northern Iberian Peninsula): The main characteristics of the lithic industry and raw material procurement».
  • Ana Neira Campos et al., «The «Mesolithic with geometrics» south of the Cantabrian Mountains (N Spain): the state of the art».
  • Ana Neira Campos et al., «Mesolithic raw material management south of the Picos de Europa (northern Spain)».
  • Ana Neira Campos et al., «Lithic Production in the Final Mesolithic in the Cantabrian Mountains: Levels III and IV at La Uña Cave (León, N Spain)».
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MICRORRELATOS DE PUEBLO (69): LA PESADA RUEDA DE ANTRUIDO EN SIERO (LEÓN)

ANTRUIDO es el nombre con el que se conoce el martes de carnaval en Siero (León) y en otras poblaciones. Como deriva del latín introĭtŭ(m) `entrada´, los resultados en las diferentes poblaciones leonesas son diferentes: antrojo | entruejo | entroido | antroido | antruechu | antroxo | antruido | antruido | antriduo | introido | introiro | entroiro | antroiro | ontroiro.

Para los niños de escuela de aquellos lejanos años de la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, la diversión fundamental de tal día era echar a rodar la rueda desde la peña los Haces. Unos días antes, después de salir de la escuela, se sacaba la rueda de la portalada de Ceferino, que allí invernaba.

Era una rueda de carro, totalmente de madera, que había entrado en desuso sustituida por las de hierro. Su peso era considerable. Una vez en la calle, aunando las escasas fuerzas del grupo se la pinaba, se introducía por el buje un palo redondo, que servía por un lado y otro de lugar donde se agarraban con fuerza las pequeñas manos para hacerla rodar. Hasta llegar a la carretera y pasar el puente la tarea no resultaba demasiado costosa. Los problemas aparecían cuando había que comenzar a subir por la estrecha vereda del escavao de la huerta de Eleuterio y pasarlo, para entrar en contacto con el césped. Superada esa primera dificultad, parando cada poco trecho, se iba avanzando lentamente, penosamente, por la ladera arriba, sorteando piedras y escobas, zigzagueando siempre. En más de una ocasión el susto se encargaba de acostarla porque se iba hacia atrás. Por fin, ya se veía cercana la peña los Haces. Con pocas fuerzas, se terminaba la faena y se depositaba la rueda en lo alto de la meta y punto de salida. Allí dormiría la que se había hecho tan pesada rueda, hasta el día señalado, y había causado más de una panguada.

El día de antruido, después de salir de la escuela a las cinco, y tras la reparadora merienda, todos los niños de la escuela, pequeños y grandes, a eso de las seis de la tarde, iniciaban la subida a la deseada peña los Haces. Allí les esperaba la protagonista de aquel suceso que duraría escasos minutos y que haría felices a todos.

En varios lugares del pueblo se acomodaban sus habitantes para presenciar la suelta de la rueda y si esta seguía su itinerario. No debía desviarse de su trayectoria, dejando a un lado la Canaleja, pero bajando hacia el Fuentón sin que se estrellara contra las paredes de las casas, para terminar en el río.

Entre los mayores de los niños, siempre había alguno que se erigía en capitán de la aventura. Él era quien ordenaba ponerla de pie, bien agarrada para que no se escapara,  y decidía la orientación que había que darle. Colocada en el sitio y con la dirección adecuada, se empujaba lentamente la rueda hasta que esta comenzaba a rodar ladera abajo cada vez con más velocidad. Era admirable cómo saltaba obstáculos, cómo daba aquellos grandes saltos que nos parecían mucho más grandes que los de los caballos, y verla llegar al Fuentón, pasar el camino con salto de corzo y pararse con estrépito en las frías aguas del río de Gargallo.

La chavalería de vuelta, baja corriendo por la Llama y sabe que tiene que sacarla del río y volverla hasta su portalada para esperar el próximo carnaval.

La recompensa era bien recibida: una abundante chocolatada, de las tabletas de la viuda de Casimiro Díaz, acompañada con los sabrosos bizcochos de casa Camilo, preparada en la antesala de la escuela.  

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (68): ALFOMBRAS ELEGANTES

El frío se había apoderado del salón. El mármol, que lucía tanto en verano y que se mostraba agradable y refrescante, se había convertido en enemigo de sus moradores en aquel gélido invierno. Ni la tan proclamada poderosa calefacción podía con la friura. Quienes más se quejaban en aquellas largas noches eran los pies y no porque no calzaran unas buenas zapatillas de bamba. Tenían el aval contra el frío de la Casa de los Labradores. Pero pisar aquel marmóreo suelo era para los pies acto de valor reconocido.

La mañana se despertó con una capa blanca de escarcha vistiendo y adornando tejados y contornos. Al contacto de los pies con el mármol, estos volvieron a protestar un día más. Incluso, yo diría que elevaron aún más su voz. Se dejaron oír airadamente. ¡Habrá que poner remedio urgentemente! –se oyó repetidamente por los suelos de toda la casa.

El sol de aquel mes de diciembre salió raudo por encima de La Cureza en ayuda. Parecía que le habían hecho un encargo importante aquel día. Se peleó con la escarcha, a rayo partido, la fue convirtiendo primero en gotas de rocío que se fueron calentando y diluyendo hasta convertirse en cortina de vapor, y terminar haciendo invisible el vestido blanco que había traído el relente de la noche.

– Es hora de poner solución al frío mármol. Los pies no han parado de quejarse hasta que el saco de grano los ha callado con su agradable calor.

– La solución estará en una buena alfombra de lana, de las que se hacen impermeables al paso del frío suelo.

El viaje no se hizo pesado. No hacía más de una hora, cuando ya alfombras Marcos abría sus puertas a la dueña de la casa montañesa.

– Buenos días.

– Tiempo hace que no se deja ver por estos lares.

– El frío me ha empujado, sin remedio, a visitarlo.

– ¿Usted dirá?

– Una alfombra de lana, grande y con muchas ganas de luchar contra el frío de mármol tiene la culpa.

La elección no se hizo demorar. Las dimensiones, los colores y la textura de la número diez resultaron convincentes, adecuados. Entonces surgió la duda.

– ¿Los flecos no serán un inconveniente y un lugar hostil para la limpieza y para los pies?

– ¡Mi querida clienta! Una alfombra sin flecos es como una elegante mujer sin zapatos. Usted decida. Bien merece un peinado diario.

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SAN ANTONIO, ABAD

Hoy, 17 de enero, la Iglesia católica celebra la festividad de san Antonio, Abad. Según san Atanasio, autor de su biografía, había nacido en Coma (Egipto) en el año 251. Después de una larga vida, vivió 105 años, moría en su retiro de eremita en las montañas próximas al mar muerto un 17 de enero del año 356.

Santiago de la Vorágine, en su Leyenda áurea (c. 1264), le dedica el capítulo XXI. Comienza exponiendo la etimología de Antonio, que deriva del nombre latino Antonius, aplicándola al santo. Esta es su explicación:

De ana (arriba) y de tenens (teniente, tenedor o el que tiene algo), deriva la palabra Antonio que significa tener o poseer cosas de alto valor; nombre acertado para este santo, que despreció los bienes de este mundo y disfrutó de los celestiales.

En el siglo XVI se difundió la teoría de que Antonio tenía su origen en el griego. Hay otros que la consideran etrusca.

El sobrenombre de «Abad» proviene de que se le considera como el creador del movimiento eremítico, porque abandonó su casa a los dieciocho años y se retiró al desierto donde vivió en soledad hasta su muerte. Muchos fueron los que le siguieron y terminaron constituyéndose en comunidad siguiendo su forma de vida y sus principios religiosos: fue considerado como su abad ´padre` o superior.

SAN ANTONIO, ABAD, DE FRANCISCO DE ZURBARÁN (1664)
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NUEVA CLASE DE ADJETIVOS: LOS RELACIONALES

En los estudios gramaticales han ido variando a lo largo de la historia las denominaciones que se han dado a las diferentes unidades o funciones que se estudian en sus respectivas partes (fonología, morfología, sintaxis y semántica) en función de la aplicación de una teoría lingüística determinada. Así, lo que la gramática tradicional llamaba complemento directo (sintaxis) pasó a ser objeto directo o implemento; las unidades constitutivas de las palabras (morfología) pasaron de ser raíz y morfemas a monemas, que, a su vez, se dividían en lexemas y morfemas. Y lo mismo ha sucedido con la clasificación de los adjetivos.

Comencé mis estudios de niñez en la década de los cincuenta del siglo pasado diferenciando entre adjetivos calificativos (especificativos y explicativos) y adjetivos determinativos (numerales, demostrativos, posesivos, interrogativos, exclamativos y el relativo cuyo) en terminología de la gramática tradicional racionalista. Me jubilé ya en el siglo XXI aplicando idéntica división. Pero hete aquí que mi nieta me trae a una nueva realidad en el presente del año 2023: a esa doble categoría hay hoy que añadir una nueva clase adjetival, que no es otra que la de los adjetivos relacionales o de relación, que la Nueva gramática de la lengua española desde 2009 ha oficializado con sus subdivisiones respectivas y que los libros de texto han incorporado.

Se añade, además, para complicar aún más el asunto, que «algunos de los adjetivos pueden pertenecer a ambos paradigmas [calificativo o relacional] en función del contexto». Esto último no es una novedad, ya que en las lenguas la división y clasificación de sus elementos no son químicamente puras como se pone de manifiesto en el uso, o sea, en el habla. Si decimos Los pronombres personales (que indican persona) son un variedad de la categoría gramatical pronombre, personales es un relacionante. Por el contrario, en la oración Los asuntos muy personales (privados, íntimos) no deben hacerse públicos, personales es un calificativo.

Dejando a un lado los adjetivos calificativos (los que expresan propiedades de las personas o las cosas, cualidades) y los determinativos (que introducen el grupo nominal y delimitan su denotación), me centraré en los RELACIONALES.

La Nueva gramática  de la RAE los define como los adjetivos que introducen ámbitos que afectan a las personas o a las cosas o en los que participan; dicho de otra forma, expresan cierta relación particular entre las propiedades del sustantivo modificado y las correspondientes a la base nominal de la que el adjetivo deriva (civilización romana: romana deriva del sustantivo Roma) o con la que se asocia léxicamente (precios agrarios: agrarios se asocia al sustantivo campo). No indican una característica, una cualidad del sustantivo al que acompañan, como en el caso de árbol alto, donde la altitud es un rasgo caracterizador de árbol. En el sintagma llamada telefónica, se relacionan dos mundos significativos, el del sustantivo llamada y el sustantivo teléfono, del que procede el adjetivo; la frase equivale a una llamada hecha por teléfono. Se establece una relación atributiva entre el sustantivo y el adjetivo que lo complementa, un vínculo: llamada = teléfono.

Las características que definen a los adjetivos relacionales y que permiten su identificación a nivel de habla son las siguientes:

  1. Derivan del sustantivo (sistema lunar, donde lunar deriva de luna) o se asocian a uno (carácter bélico, donde bélico se asocia a guerra). Entre los sufijos que forman adjetivos relacionales a partir de nombres se encuentran –al/ar, –ario, –ano, –ero, –ico, –ista o –ivo.
  2. Se podrían traducir significativamente con la perífrasis ´perteneciente o relativo a` o con la preposición DE: reacción química, guerra civil, decisión legal, actividad industrial, política agraria, revista literaria.
  3. No aceptan adverbios de grado o intensificadores porque no expresan características o cualidades mensurables: no son correctas las frases *sistema muy solar, o *carácter demasiado bélico.
  4. No se anteponen al sustantivo: no son correctas las frases *literarias revistas o *central defensa.

Los gentilicios se consideran como un grupo particular dentro de los relacionales (castellano, leonés, madrileño, santanderino).

Por último, indicar, como ya se ha hecho más arriba, que un mismo adjetivo puede ser calificativo o relacionante, dependiendo del contexto:

  • La reforma constitucional (de la constitución) no saldrá adelante por falta de consenso. Constitucional funciona aquí como adjetivo relacionante. Fue una reunión familiar (de la familia): relacionante.
  • La reforma de la ley X es una reforma constitucional (que está de acuerdo con la constitución, que es constitucional). Constitucional aquí es un adjetivo calificativo. El cuadro presenta un paisaje familiar (conocido, cercano): calificativo.

ACLARACIÓN

LENGUA: Sistema lingüístico (verbal) constituido por un número finito de unidades y de normas combinatorias, de carácter social e inmaterial, que se ha constituido en vehículo de comunicación de una sociedad.

HABLA: Uso que los conocedores de una lengua hacen de ella, bien sea de forma oral o escrita. Por tanto, es individual y material.

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PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE (antiguo indefinido) Y PRETÉRITO PERFECTO COMPUESTO

En español, cada tiempo verbal tiene su valor morfológico a nivel de la lengua, está establecido, pero el uso que se hace de dichos tiempos verbales en el habla por los usuarios del español puede coincidir o no con su valor asignado en el paradigma. De ahí que se hable de uso correcto o incorrecto según la norma establecida. Por ejemplo, cada vez se oyen más frases del tipo Con motivo del día de la Constitución hubieron muchos actos. Los usuarios del español que producen estas oraciones creen que el sujeto léxico es muchos actos, y establecen la concordancia de número con el verbo, cuando en este uso el verbo haber es impersonal y no puede llevar sujeto léxico. Muchos actos es el complemento directo (los hubo) que no establece concordancia alguna con el verbo. La frase correcta sería Con motivo del día de la Constitución hubo muchos actos. Otros ejemplos: En la calle había un coche aparcado o En la calle había varios coches aparcados.

Los significados morfológicos de cada tiempo verbal son varios: persona, número, modo, tiempo, aspecto y voz (hay quien no admite este último rasgo). Y de acuerdo con estos valores morfológicos diferenciamos los tiempos verbales. Dejaré aparte lo que se llaman usos o valores desplazados, que son aquellos que no se corresponden con lo establecido para cada tiempo verbal, pero que la lengua admite como correctos. En las oraciones ¿Me puedes indicar la dirección correcta de la calle…? o ¿Me podrías indicar la dirección correcta de la calle…? el significado (el mensaje) es el mismo. La petición se realiza en el tiempo presente, por eso en la primera oración el verbo está en presente de indicativo, mientras que en la segunda se ha utilizado el condicional simple (futuro del pasado) con valor desplazado al presente. La razón se halla en que en la segunda oración se ha introducido un elemento nuevo, la cortesía o tratamiento de respeto hacia el receptor, que hace que formalmente se utilice el condicional simple en vez del presente de indicativo, pero con valor de presente, lo que se llama uso o valor desplazado.

Refiriéndonos al valor y uso de los tiempos que se indican en el título, intentaré establecer para el español su valor en el paradigma con carácter general, dejando los valores desplazados, usos regionales o nacionales.

En primer lugar veamos en qué coinciden y en qué se diferencian analizando los morfemas verbales que hallaremos en ellos.

De las tres palabras utilizadas para denominarlos solo la última los diferencia: simple frente a compuesto. Dicha diferenciación es exclusivamente formal, una palabra frente a dos palabras: cantó / ha cantado; vio / ha visto; fue / ha ido. Si consideramos el resto de parámetros definitorios de cada tiempo verbal, que he enunciado más arriba, se observa que coinciden en los siguientes valores morfológicos: tercera persona, número singular, modo indicativo, tiempo pasado, aspecto perfectivo y voz activa.

Nos preguntaremos entonces si su significado es igual, y por tanto su uso es indiferente, o en qué se diferencian, además de la forma que no es trascendente, y su uso es diferente, o lo que es lo mismo, ¿cuál es el uso correcto?

Lo primero que hay que indicar es que su significado es diferente y por ello su uso debe ser diferente.

La diferencia de significación hay que relacionarla con dos  elementos del acto comunicativo: el emisor (E) y la unidad temporal en que se sitúa el emisor en el momento de la emisión del mensaje (UTE) y la unidad de tiempo en que sitúa el emisor la realidad de la que está hablando (UTR), el mensaje.

Si son coincidentes (UTE igual a UTR), el tiempo verbal que se debe utilizar es el pretérito perfecto compuesto; si no lo son (UTE diferente a UTR) el pretérito perfecto simple. En la oración Esta mañana he caminado 10000 pasos, la unidad de tiempo en que se sitúa el emisor y la realidad verbal, el caminar, es la misma: esta mañana. Si el emisor se situara en la tarde, la oración correcta sería Esta mañana caminé 10000 pasos. Desde el hoy diremos que Ayer fui al cine y no he ido, pero sí diremos Hoy he ido al cine.

Y lo mismo vale para unidades temporales más amplias, como pueden ser la semana, el año, el quinquenio, el siglo, la era, la edad, etc.:

– La semana pasada lloviócon intensidad / Esta semana ha llovido con intensidad.

– El año 1977 fue bueno para la democracia española / En el 2023 se han celebrado elecciones generales en España.

– El Renacimiento Español se desarrolló fundamentalmente durante el siglo XVI / El siglo XXI no ha traído buenos augurios para la paz mundial.

– La Edad Media finalizó con la implantación de la idea de que el hombre era el centro del universo / Todavía no se ha puesto límite a la Edad Contemporánea.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (69): EL VERDADERO «HOMBRE DEL SACO»

Era la década de los años cuarenta del siglo pasado. Tiempos de miseria y de miedo. Miedo político, religioso, educacional, etc.

Salvo el tiempo de asistencia obligatoria a la escuela, a la misa y al rosario, el escaso tiempo dedicado a la comida, las calles y plazas polvorientas y llenas de piedras menudas de aquel pueblo montañés eran nuestro mundo, nuestro lugar de vida y diversión, la escuela de la vida no oficial, en la que nos íbamos inoculando poco a poco, sin darnos cuenta, los antígenos médicos y sociales. La llegada de la noche era la llamada de regreso a casa.

Allí aplicaba yo a rajatabla las enseñanzas de mis mayores. No podía haber excepciones. Aunque aún no tenía muchos años, niña chica era, no se me olvidaba aquella severa recomendación:

—Hija, no te acerques a ningún forastero ni extraño; no se te ocurra hablar con ellos.

Y de aquellos que venían de fuera, sin lugar a dudas había tres que representan el mal y la desgracia para mí y la familia. Eran el hombre del saco, el tío del unto y el que saca la sangre, eran los más temidos, los hombres del mal. Con solo oír su nombre, una sensación muy rara me recorría todo el cuerpo. Me invadía una tiritera que me inmovilizaba.

Aquel día, sábado, como otro cualquiera, la plazuela nos reunía a niños y niñas de todas las edades. La comba, el esconderite, la gocha, el tejo, la ñita, cien pasantes y otros juegos se iban alternando o sucediendo de forma desordenada, según fueran niños o niñas sus actores.

La mañana transcurría rota por el griterío juvenil. De pronto, entra en la plaza aquel hombre alto, corpulento, con cara de pocos amigos, con boina negra que dejaba ver unas largas greñas y traje de pana entre marrón y negro, con su gran saco sobre el hombro izquierdo, sujeto por el cuello de la boca con la mano derecha. Nunca antes lo había visto. Me enteré después de que venía de su casa en el barrio de Arriba y se dirigía a la cuadra a cebar sus vacas en la otra orilla del pueblo. Siempre con el saco a cuestas tanto en las idas como en las venidas.

—Rapacines, monines, venir acá y veréis qué gatines más guapos llevo en el saco.

No había terminado la frase y la estampida fue unánime. La plazuela se quedó vacía y al tío Severino, que así se llamaba el hombre del saco, se le quedó cara de pato mareado.

Pasaron algunos días en los que la plazuela estuvo huérfana, sola, sin la compañía del griterío infantil. Solo volvió a llenarse de ruido cuando el miedo a aquel tío del saco, que resultó no ser de fuera ni extraño, fue desapareciendo.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (68): PÍRRICA RECOMPENSA DE GUERRA

A las doce comenzó puntualmente la misa de gallo. La llegada a la iglesia no fue fácil. La nieve había llegado en generosa capa. Además, la helada había convertido la huella en peligrosa vereda. Los tarugos de las madreñas iban cantando su música helada. El frío no demoró la ceremonia. El botillón esperaba la reunión familiar: abuelos, padres, tíos, primos, alrededor de la noble y gran mesa de madera de roble. No tardó en hacer acto de presencia el relato guerracivilista. Como en tantas otras ocasiones. La blancura y friura de la nieve de la montaña leonesa, que relucía por los efectos de los rayos lunares, hizo que la memoria volviera al pasado.  «Tal día como hoy, 24 de diciembre, pero de aquel aciago 1937, fue un día inolvidable. De los que te quedan grabados en la piel de la memoria. La escuadra llevaba tres días parapetada tras la pared de piedra de aquella casa derruida parcialmente. Hormigón por cama y nieve por manta. Quien intentó abandonar el lugar fue abatido por las balas asesinas, que escupían sin piedad el nido de ametralladoras rojas instalado en la torre de la catedral. Al atardecer, un vuelo rasante de un He 111E dejo caer sobre la torre su carga mortífera, que la derruyó aún más y la silenció. El repiqueteo y silbido de las balas cesó al instante. Habíamos sido liberados. La recompensa a tres días de sufrimiento, aguante, hambre y sed, en día tan señalado, fue un chusco de pan y 24 pasas».  

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (67): CANDELA BAUTIZANDA

Hoy te has convertido en CRISOLA para ser en el futuro FAROL que IRRADIA su entorno.

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