UN MISMO TEMA MITOLÓGICO CON DOS MODULACIONES POÉTICAS DIFERENTES EN LA POESÍA DEL BARROCO

Si decimos que los siglos XVI y XVII constituyen el Siglo de Oro de las letras españolas, no hacemos nada más que repetir uno de los mantras que encontraremos en cualquier manual de Literatura Española.

Si decimos que el Renacimiento y el Barroco son las dos grandes corrientes literarias de dichos siglos, continuamos con un mantra más.

Si dentro del Barroco, con fines puramente didácticos, hablamos de culteranos y conceptistas, seguimos en la misma línea.

Si examinamos los grandes temas de esos siglos, observaremos que la mitología grecolatina, como parte integrante de la recreación del mundo clásico que se realiza en estos siglos, ocupara un lugar preponderante en sus poetas.

Si nos adentramos en el plano compositivo, los versos nos revelarán que dos son los procedimientos del tratamiento de los mitos: presentarlos explícitamente o convertirlos en materia literaria sin citar a sus protagonistas.

Ejemplo de estas dos tendencias en un mismo poeta son los sonetos 65 y 74 (en la edición de Biruté Ciplijauskaité) del «universalmente reconocido como uno de los más grandes artífices de la poesía», el culterano Luis de Góngora y Argote (1561-1627), que tratan, además, el mismo tema: son dos modulaciones de una misma realidad mitóloga y amorosa.

(LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE)

A) EJEMPLO EN EL QUE EL DECIR DIRECTO CEDE LA PREFERENCIA A LA ALUSIÓN Y A LA PERÍFRASIS

            Verdes hermanas del audaz mozuelo (A)

            por quien orilla el Po dejastes presos (B)

            en verdes ramas ya y en troncos gruesos (B)

            el delicado pie, el dorado pelo: (B)

5          pues entre las rüinas de su vuelo (A)

            sus cenizas bajar en vez de huesos, (B)

            y sus errores largamente impresos (B)

            de ardientes llamas vistes en el cielo, (A)

            acabad con mi loco pensamiento (C)

10        que gobernar tal carro no presuma, (D)

            antes que lo desate por el viento (C)

            con rayos de desdén la beldad suma, (D)

            y las reliquias de su atrevimiento (C)

            esconda el desengaño en poca espuma. (D)

(Soneto de 1583)

Es muy probable que para muchos lectores de hoy les resulte dificultosa la comprensión del texto. Quizá requiera una explicación pormenorizada de determinados versos. El artificio y las referencias culturales usadas por Luis de Góngora es necesario conocerlas para poder penetrar en el texto y aclarar su oscuridad. El poeta granadino lo expresaba así refiriéndose al poeta latino Ovidio y a una de sus obras cumbre, Soledades:

la oscuridad y estilo intrincado de Ovidio da causa a que, vacilando el entendimiento en fuerza del discurso, trabajándole alcance lo que así en la lectura superficial de sus versos no pudo entender; luego hase de confesar que tiene utilidad avivar el ingenio, y eso nació de la oscuridad del poeta. Eso mismo hallará V.M. en mis Soledades, si tiene capacidad para quitar la corteza y descubrir lo misterioso que encubren.

No solo de las Soledades se podría decir lo anterior, sino también de sus otras obras, entre las que se hallan los sonetos.

Como escribía en 1990 Rosa Navarro en su obra Comentar textos literarios, al lector moderno necesita para acercarse a los textos del Siglo de Oro Español el

Conocer una terminología retórica básica es indispensable para poder ver y entender el artificio que el escritor ha creado en su obra. Pero también lo es el conocimiento de la existencia de unas referencias culturales que el escritor utiliza en su creación. La mitología forma parte de ese acervo cultural compartido por autor y lector en la Edad de Oro.

Así pues, después de haber realizado una primera lectura exploratoria del soneto presentado (muy útil será tener el diccionario a mano), seguro que en una segunda ya captaremos su mensaje, lo convertiremos en un proceso comunicativo pleno, si tenemos en cuenta, al menos,  las aclaraciones que realizaré a continuación.

1. Estos 14 versos endecasílabos constituyen un soneto, formado por dos cuartetos (expositivos) y dos tercetos encadenados (conclusivos), uno de los moldes más usados en la poesía del Siglo de Oro Español:

Es el soneto la más hermosa composición, y de mayor artificio y gracia de cuantas tiene la poesía italiana y española. Y en ningún otro género se requiere más pureza y cuidado de lengua, más templanza y decoro, donde es grande culpa cualquier error pequeño.

(FERNANDO DE HERRERA (1534-1597)

El poeta se encuentra rigurosamente limitado por los catorce versos y el esquema métrico prescrito. En catorce versos se encierra, se desarrolla un pensamiento completo. Es un proceso íntegro comunicativo, que no necesita de más contextos, ni lingüísticos ni situacionales. Es la evidencia clara del ingenio del poeta.

2. Al ser un texto culterano, uno de sus artificios utilizados es el hipérbaton (alteración del orden lógico de la frase), que dificulta su comprensión. Como ejemplo, tengamos en cuenta que «Verdes hermanas» (v. 1) es un vocativo que hace referencia al sujeto del verbo principal de todo el texto que es «acabad» (vosotras), y que no aparece hasta el encabezamiento del verso nueve. Añadamos que una sola oración constituyen los catorce versos.

3. Dicho vocativo, es en este proceso de comunicación el receptor del mensaje del emisor-escritor, que coincide con el yo poético, que encontramos en el verso nueve lexicalizado en el posesivo «mi», que precede a «loco pensamiento». La ambición de Faetón se cruza con la ambición amorosa del yo poético, por lo que el soneto entra dentro de la categorización de los amorosos.

4. Pero, ¿quiénes son las «verdes hermanas» y el «audaz (atrevido, osado) mozuelo»? El mito griego de Faetón nos lo aclarará.

El «audaz mozuelo» del verso uno no es otro que Faetón. En la leyenda más conocida, este era hijo del Sol y de la oceánide Clímene. Había sido creado por su madre sin saber quién era su padre. Al llegar a la adolescencia se lo rebeló. Entonces el muchacho reclamó un signo de su nacimiento y rogó a su padre que le dejara conducir su carro. Tras muchas vacilaciones, su padre, el Sol, accedió no sin antes hacerle múltiples recomendaciones. Faetón se subió al carro y empuñó las riendas de los caballos. Al comienzo siguió por el camino trazado en la bóveda celeste, pro pronto fue dominado por un gran terror al darse cuenta de la altura en que se hallaba. Descendió tanto que produjo grandes incendios en la tierra. Volvió a subir, pero esta vez demasiado alto, por lo que los astros se quejaron a Zeus (Júpiter en Roma), el dios de los dioses, quien para evitar una conflagración universal lo fulminó con su rayo, precipitándose Faetón en el río Erídano. Sus hermanas, las Helíades recogieron su cuerpo, le rindieron honores fúnebres y lo lloraron en las riberas del río. Allí fueron ellas transformadas en álamos.

El mítico río Erídano fue identificado unas veces con el Po (largo río de Italia), otras con el Ródano (Francia).

5. En el verso once aparece la mujer amada a la que define el yo poético como «beldad suprema». Se desarrolla aquí el tópico del amor cortés (procedente del Medievo) en el que el yo poético se enamora de una mujer de sublime belleza, pero casada, y por tanto inaccesible, prohibida. Sabe de antemano que será rechazado. De ahí, que se considera al enamorado como atrevido, osado, por pretender algo inalcanzable, cual Faetón.

6. Con la información anterior, ya sabemos que el primer cuarteto va dedicado a las hermanas de Faetón («verdes hermanas») y su conversión en álamos. El segundo cuarteto presenta el descenso trágico de Faetón de los cielos, cuyos errores habían sido muchas veces dados a conocer por la imprenta.

En los tercetos aparece el yo poético, que se iguala con Faetón, porque pretende una hazaña imposible: su ambición amorosa. La dama, «beldad suma» (v.12),  jupiterina, castigará su atrevimiento con «rayos de desdén». 

7. En síntesis, el nombre de Faetón no aparece en el soneto, pero la recreación de su historia es la que vertebra el texto identificando con la actuación del hijo del Sol (plano mitológico) la del yo poético (plano amoroso) con resultados idénticos: ambos serán fulminados por el rayo castigador por su osadía.

8. Ahora leamos, de nuevo, el poema.

B) EJEMPLO EN EL QUE LA REFERENCIA DIRECTA A FAETÓN SE PATENTIZA AL COMIENZO DEL SONETO

Este soneto que se presenta es del mismo Góngora, coma ya dije, fechado en 1584. Obsérvese que se poetiza el mismo tema que en el anterior y que la aventura amorosa del yo poético se parangona igualmente con la del osado Faetón.

Realicemos una primera lectura exploratoria a la luz de los conocimientos que hemos puesto en juego en el soneto anterior.

          Gallardas plantas, que con voz doliente (A)

            al osado Faetón llorastes vivas, (B)

            y ya, sin invidiar palmas ni olivas, (B)

            muertas podéis ceñir cualquiera frente: (B)

5          así del sol estivo al rayo ardiente (A)

            blanco coro de náyades lascivas (B)

            precie más vuestras sombras fugitivas (B)

            que verde margen de escondida fuente, (A)

            y así bese, a pesar del seco estío, (C)

10        vuestros troncos, ya un tiempo pies humanos, (D)

            el raudo curso de este undoso río, (C)

            que lloréis (pues llorar solo a vos toca (E)

            locas empresas, ardimientos vanos) (D)

            mi ardimiento en amar, mi empresa loca. (E)

Nuevas aclaraciones.

1. Obsérvese que aquí no se lexicaliza el nombre del río, que en el soneto anterior era el Po.

2. Quizá necesiten aclaración los versos tres y cuatro en los que las hermanas de Faetón se han convertido ya en álamos. Las coronas de palmas se usaban para celebrar las victorias; las de oliva para la victoria, los mensajeros y la paz, y las de los álamos para denotar la fortaleza de ánimo, para coronar a los atletas y a los amantes.

3. En este soneto, la exposición del tema de Faetón y sus hermanas desborda los ocho primeros versos y llega hasta el doce. Los versos conclusivos se reducen a los del último terceto.

4. El encadenamiento de la rima de los tercetos también es diferente del soneto anterior, lo que hace que pasemos de cuatro rimas consonantes a cinco..

5. Ahora ya podemos realizar la segunda lectura.

(ÁLAMO BLANCO)

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AMOR, CON PALABRAS PRESTADAS

―¿Qué es AMOR?, escribes en dorado papel,

mientras yo lo riego con lágrimas de miel.

―¿Qué es AMOR? ¿A mí lo pregunta tu querer?

―AMOR … eres TÚ grabado fuego de mi piel.

(Luis de VALDETÉ)

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EL PRIMER INSTITUTO DE LEÓN

Coincidiendo con el Día Internacional del Libro (23 de abril) se ponía a la venta en AMAZON el libro titulado El primer Instituto de León. Una accidentada puesta en Marcha. Es el resultado de las investigaciones que he venido realizando últimamente en diversos archivos y que ha cristalizado en un volumen de trescientas páginas que pretende ilustrar documentalmente el complejo proceso que sufrió el Instituto leonés antes y después de ser creado un 26 de agosto de 1846 hasta normalizar su funcionamiento en el curso 1850-1851.

Se trata de una obra, como su título indica, centrada en los antecedentes, creación y puesta en funcionamiento en 1846 del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de León, una institución académica que se habría de convertir en el centro público leonés más importante durante el siglo XIX dedicado a la enseñanza, en una provincia que carecía de universidad, por el que iban a pasar los leoneses más ilustres. No se puede perder de vista su carácter provincial, no local. Debía atender al alumnado de la extensa provincia leonesa, esencialmente agrícola y pobre de recursos económicos, con una enseñanza primaria escasa presencia y de deficiente calidad, según Pascual Madoz (1847).

Después de las infructuosas gestiones de las autoridades leonesas llevadas a cabo desde 1841, le cabe el honor al jefe político de la provincia de León, Francisco del Busto, en una de sus primeras decisiones en el cargo (había llegado a León en mayo de 1846), solicitar en su nombre y en el de la Diputación Provincial leonesa la creación del centro docente al Ministerio de la Gobernación (las competencias en enseñanza de él dependían) el 16 de julio de 1846 dentro del plan docente conocido como Plan de Estudios Pidal (septiembre de 1845), que regulaba la segunda enseñanza y la universitaria, y dejaba fuera la primaria.

La contestación llegaría al jefe político el 26 de agosto a través de una real orden firmada por el subsecretario del Ministerio de la Gobernación por la que se creaba el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de León con la categoría de segunda clase y con la propuesta de que se instalara en el desamortizado Convento de San Marcos de León, perteneciente a la Corona española. Nacía así un Instituto que se iba a ubicar en una pequeña ciudad, León, que no llegaba a ocho mil habitantes.

En un período de poco más de un mes, las autoridades políticas leonesas, la reciente creada Junta Inspectora y los cargos directivos nombrados tenían que poner en marcha el nuevo centro docente (la normativa vigente establecía que el 1 de octubre comenzaban las clases).

El propuesto edificio de San Marcos como sede del Instituto, extramuros de la ciudad, a la vera del río Bernesga, había estado abandonado desde su desamortización en 1835 y necesitaba obras para poder iniciarse allí las clases. Por ello, el primer curso se impartió en el Colegio de los Escolapios (propiedad del Ayuntamiento y sede de la cátedra de Latinidad) y aulas cedidas por el Seminario Conciliar de San Froilán.

El profesorado comenzó a nombrarse a partir de mediados de septiembre de 1846, pero al iniciarse el curso el 15 de octubre aún faltaban catedráticos para que se pudieran impartir todas las enseñanzas. Algunos se fueron incorporando en fechas posteriores.

Un componente esencial de cualquier institución es el presupuesto. Tampoco existía este y no se aprobaría hasta el 4 de febrero de 1847, corriendo la mayoría de los gastos a cargo de la Diputación Provincial leonesa, de quien dependía el mantenimiento del centro de segunda enseñanza. Los arbitrios propuestos (carne, sal, aguardiente) no fueron aprobados de momento. Solamente lo será más tarde el de la sal. Los fondos económicos procedentes de centros docentes extinguidos o de fundaciones que se dedicaban a la enseñanza tampoco se pudieron añadir para financiar el Instituto.

Las leyes educativas establecían que los centros docentes en que se impartiera la segunda enseñanza (cinco años) tenían que estar dotados con el material docente suficiente para poder llevarse a cabo allí la docencia. El Instituto leonés carecía de lo más elemental, por lo que no se le autorizó a impartir el quinto curso y pasó el centro a ser de tercera clase.

Nombrado interinamente su director, constituido el claustro de catedráticos, nombrado igualmente el secretario, el Instituto fue inaugurado en fecha tan emblemática como el 10 de octubre de 1846 en el salón de actos del Seminario Conciliar de León, sin que aún se hubiese abierto el plazo de matrícula de los alumnos. Se publicó el anuncio de esta en el Boletín Oficial de León el 14 del mismo mes, comenzando las clases el día 15. 95 fueron los alumnos matriculados ese año en los cuatro cursos.

Fiel reflejo de estos problemas estructurales a los que se tuvo que enfrentar el nuevo centro docente son las palabras que 1859 pronunciara el primer catedrático de Matemáticas y a la sazón subdirector, Aquilino Rueda, (nombrado secretario en el primer claustro docente del Instituto el 7 de octubre de 1846), al referirse al lugar en el que se instalaron las cátedras en el primer curso: «Dispersas y como de hospedaje».

Al frente del centro fue nombrado interinamente director el exclaustrado dominico Francisco del Valle Ducal (1789-1868), que regentaba la Cátedra de Latinidad del Ayuntamiento de León,  quien con tesón y buen hacer irá solventando todos los problemas estructurales con los que había nacido la institución docente durante los cursos que van de 1846 a 1850. En esta última fecha se puede decir que el Instituto se halla ya bien dotado (edificio bien preparado para la docencia en San Marcos, las cátedras bien dotadas, profesorado suficiente, personal subalterno, presupuesto definido, etc.), como señala la inspección realizada por el comisionado de la Universidad de Oviedo en el mes de junio, y se ha convertido en instituto de primera clase.

Los cuatro años a los que me he referido más arriba se analizan uno por uno en el libro, siendo los estudios más amplios los dedicados al primer curso (1846-1847) y al último (1849-1850), que he llamado el de la normalización e institucionalización del centro, aunque en la primera quincena de septiembre de 1850 la sociedad leonesa tuvo que luchar porque su Instiuto permaneciera dentro de los de primera clase y no se quedara entre los de segunda, como había decido el Ministerio, con las nefastas consecuencias que esto hubiera supuesto para la provincia leonesa..

Acompañan al corpus del libro una serie de apéndices en los que se incluyen estudios realizados por su autor sobre el Instituto (corregidos y aumentados)  y otros que verán por primera vez la luz editorial, como el dedicado a la dependencia del Instituto desde 1849 de la Biblioteca Provincial, el traslado del centro desde San Marcos a la Casa Grande los Escolapios en 1855, o el documento completo de solicitud de creación.

Si estás interesado en la historia del primer Instituto de León y quieres tener la información completa, es necesario acceder al libro, que se vende en Amazon: https://amzn.eu/d/1C6PcCg.

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¡VAYA CATRAPEA!

El haber vivido de continuo hasta los diez años en el medio rural de la montaña oriental leonesa y el haber seguido ligado a ella hasta la actualidad hace que palabras que en tu niñez formaron parte de tu habla (lo que los modernos llamarán idiolecto) no se olviden, aunque en el medio urbano no las utilices.

Todavía resuenan en mis oídos frases como ¡Vaya catrapea de gente que viene por ahí! o Una catrapea de guajes íbamos a la escuela en la década de los 50 del siglo pasado. (Hay quien incluye una –L- y pasa la palabra a catrapela).

Es muy posible, amable lector, que desconozcas la palabra o que habitualmente no la uses. Es normal. En los medios de audiovisuales de masas no suele usarse. El contexto nos está indicando su significado a través de dos de sus semas: + cantidad grande, + desorden. Incluso, algunos usuarios, en contextos muy específicos, le añadían el de + despectivo.

Respecto de la tipología por sus componentes, hay que decir que es palabra compuesta formada por dos lexemas: catra + pea. Etimológicamente significa de `cuatro pies´. Procede la palabra leonesa de la castellana CUATROPEA, que, a su vez, tiene su origen en la latina quadrupedia `cuadrúpedos´.

El Diccionario de la Lengua Española sigue recogiendo dicha palabra con tres significados diferentes:

1. f. Derecho de alcabala por la venta de caballerías en los mercados.

2. f. Bestia de cuatro pies.

3. f. Lugar de una feria donde se vende el ganado.

Se recoge la palabra en diccionarios por primera vez en 1817, pero es evidente que es anterior, porque el Catastro del Marqués de la Ensenada de Siero (León) en 1752 ya la recoge al hablar del tributo de la LUCTUOSA que pagan los sacerdotes o pertenecientes al estado noble a la marquesa de Valverde, titular del Señorío de Siero:

percibe  con el citado título de cada sacerdote o persona del estado noble que muere, siendo vecino, la mejor alhaja o res de cuatropea que deja o su importe reducido a dinero.

El paso de cuatropea a catrapea se produce cuando el usuario desconoce ya su etimología y su significado originario, y por razones fonéticas reduce el número cuatro a catra, que le hace más fácil la pronunciación de la palabra.

En cuanto a cómo la palabra leonesa adquiere significado tan diferente al de la castellana, habrá que pensar en la siguiente hipótesis. Del significado de cuatro pies, y referido a todo tipo de animales,  se pasó a significar ganado caballar. El ganado caballar se utiliza, entre otros usos,  para el traslado de las personas y quien va encima es el caballero. Por metonimia, a un grupo de caballos y sus monturas se les llamaría cuadropea. Posteriormente se abandona la referencia al ganado caballar y pasa a referirse a un grupo de personas desordenado, como suelen hacerlo los caballos en grupo.

En alguna de las siguientes formas la encontramos en varios lugares de España: CATRAPEA, CATRAPELA, CATRAPADA, CATREOPEÍA, CATAPLEA. No todas comparten idéntico significado.

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RICARDO ESPINOSA MAESO (1894-1980)  Y EL INSTITUTO GENERAL Y TÉCNICO DE LEÓN

            Nació Ricardo Espinosa Maeso en la ciudad de Léon el día 24 de mayo de 1894. Era el segundo de los hijos del matrimonio formado por el industrial Ricardo Espinosa (1873), natural de Villapadierna (León), y Agustina Maeso (1866), natural de Velliza (Valladolid), con domicilio en la Travesía de Carnecerías, Nº. 7, de la ciudad leonesa.

            En 1904, con diez años, realiza el examen de ingreso en el Instituto General y Técnico de León, superando la prueba con la calificación de aprobado.

Durante ese mismo año se matricula de primer curso del grado de bachiller obteniendo las siguientes calificaciones: Castellano: aprobado; Geografía General y de Europa: Notable; Aritmética y Geometría: aprobado; Caligrafía: aprobado.

En 1905-1906 realiza segundo, con las siguientes calificaciones: Latín (primer curso): Notable; Geografía de España: Sobresaliente; Aritmética: aprobado; Gimnasia (primer curso): aprobado.

En 1906-1907 realiza tercero, con las siguientes calificaciones: Latín (segundo curso): notable; Francés (primer curso): aprobado; Historia de España: Sobresaliente; Geometría: Notable; Gimnasia (segundo curso): aprobado.

En 1907-1908 realiza cuarto, con las siguientes calificaciones: Preceptiva literaria: sobresaliente; Francés (segundo curso: notable; Historia Universal: sobresaliente; Álgebra y Trigonometría: sobresaliente; Dibujo (primer curso): sobresaliente.

En 1908-1909 realiza quinto, obteniendo las siguientes calificaciones: Psicología y lógica: notable; Historia General de la Literatura: sobresaliente; Física: sobresaliente; Fisiología e Higiene: sobresaliente; Dibujo (segundo curso): sobresaliente.

En 1909-1910 realiza sexto, obteniendo las siguientes calificaciones: Ética y Rudimentos de Derecho: notable; Historia Natural: sobresaliente; Agricultura: notable; Química General: Sobresaliente.

El 6 de junio de 1910 realizó los dos ejercicios pertinentes para obtener el grado de bachiller, el cual obtuvo con la calificación de aprobado.

            De nuevo volvemos a encontrar a don Ricardo Espinosa en relación con el Instituto General y Técnico de Léon. Será en 1920. Con fecha 9 de octubre, Mariano Domínguez Berrueta, director del instituto, firma el decreto que le nombra <<Ayudante interino de la Sección de Letras>>, conforme al real decreto de 31 de enero de 1919. El once de octubre de 1920 toma posesión de dicho cargo, que no estaba remunerado. Para su nombramiento había presentado el título de doctor en la Sección de Letras, expedido en Madrid el 24 de septiembre de 1917. Cesará en su puesto de ayudante interino y gratuito el 30 de septiembre de 1926.

De 1920-1921 se conservan dos cartas dirigidas al dominico padre Justo Cuervo en el Archivo Dominico de Salamanca en el que le envía toda la información de que dispone sobre Francisco del Valle Ducal (1789-1868), primer director del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de León (1846-1860). En ellas también se encuentra información personal.

La primera de ellas es del 2 de septiembre de 1920. Aparte de la información sobre Francisco del Valle, de quien dice que tuvo un enorme prestigio en esta ciudad, le comunica que está preparando la oposición a la cátedra de paleografía de la Universidad de Granada. Le pide ayuda para conseguir que le presten dos obras para preparar la oposición: Manuel de Diplomatique, de Arthur Giry,  y Programma di paleografía latina e diplomática, de Cesare Paoli.

La segunda de las cartas conservadas es de 16 de marzo de 1921. Va dirigida al mismo padre. En ella le comunica que está explicando en el Instituto de León las cátedras de Castellano, Preceptiva y Literatura, amén de que da clases particulares. También le comunica que ha solicitado una auxiliaría en la Facultad de Letras de Santiago que sale a oposición. Le pide ayuda para que le informe sobre el tribunal y el opositor Luis Villar Somoza. Igualmente le comunica que va a solicitar una pensión (beca) a la Junta de Ampliación[1]. Finaliza informándole de que es posible que después de Semana Santa imparte una conferencia en la Universidad de Salamanca sobre Fernán Pérez de Oliva y la universidad, u otro tema análogo.

Ricardo Espinosa Maeso, licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca, obtuvo el grado de Doctor en La Universidad Central de Madrid (29 de septiembre de 1917) y tras obtener por oposición la cátedra de Lengua y Literatura Griega en la Universidad de Salamanca (nombramiento de 30 de diciembre de 1942), permaneció como profesor de Lengua y Literatura Griegas e Instituciones Griegas y Romanas, en dicha Universidad hasta su jubilación en 1964.

También ocupó el cargo de administrador en la universidad salmantina.

Durante toda su vida compaginó la actividad docente con la bibliofilia y con la investigación histórica y literaria, convirtiéndose en un gran conocedor de los archivos salmantinos así como de los de León, Valladolid y Madrid, siendo un habitual y fiel investigador del Archivo de Simancas y del Archivo de la Chancillería de Valladolid.

Murió en Salamanca el 8 de junio de 1980.


[1] Se trata de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas  creada mediante real decreto el 11 de enero de 1907. En cierta medida era heredera de la Institución Libre de la Enseñanza. Sus objetivos  eran que sus becarios pudieran ampliar estudios dentro y fuera de España, organizar congresos científicos, servir de información extranjera y relaciones internacionales en materia de enseñanza, fomentar los trabajos de investigación científica y proteger las instituciones educativas en la enseñanza secundaria y superior. Fue disuelta el día 1 de abril de 1934. Desde su fundación hasta 1934 fue presidida por Santiago Ramón y Cajal.

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ARVEJOS «BIEN UNTADOS».

2. COCIDO

Receta de la tía Isolina, de La Uña (León). Gastronomía de la montaña de Riaño.

SELECCIÓN DE ARVEJOS

Aproximadamente utilizamos unos 400 gramos de arvejos. Como se ha hecho siempre, se echan los arvejos en un plato. Con paciencia, uno a uno, con el dedo se van seleccionando, desechando aquellos que tienen algún defecto. Así quedarán bien limpios y solo los mejores.

COMPANGO

Dos patas al medio, un trozo de los tocinines, otro de espinazo, ocho costillas, trozo de careta, dos orejas, trozo de lacón y dos chorizos. Todo de cerdo, y curado. Se puede añadir cecina de chivo, también curada, y dos morcillas de las de allí..

REMOJO DE ARVEJOS Y COMPANGO

El día anterior, por la noche, se echan a remojo con agua templada los arvejos y el compango, pero por separado. Si a la hora de echar los arvejos a la cazuela para ponerlos a cocer observamos que alguno flota en el agua en que ha estado a remojo, se elimina.

COCIDO

Si tenemos la posibilidad de hacerlo en el hogar de toda la vida o en una cocina bilbaína, alimentados con leña, mucho mejor. Si no, con el fuego de que se disponga.

Colocamos en el fuego una cazuela grande con agua fría en el fuego.

Cuando el agua esté templada, echamos los arvejos y después el compango. Tiene que quedar cubierto todo por el agua. Lo dejamos cocer a fuego lento unas dos horas. Apagamos el fuego. Separamos el compango, los arvejos y el caldo. Colocamos en sus respectivas fuentes el compango y los arvejos, sin dejarlo enfriar.

SOPA DE PAN

Mientras cuecen los arvejos y su compango, en una cazuela, a poder ser de las de perigüela, vamos convirtiendo un trozo de pan de hogaza en finas láminas (sopas). El pan debe ser posado, es decir, que al menos lleve dos días amasado y cocido. Vertemos sobre la sopas lentamente caldo de los arvejos hasta que queden totalmente impregnadas. Las dejamos en reposo cinco minutos. Si han absorbido todo el caldo, se vuelve a verter sobre ellas más a gusto del consumidor (espesas, caldosas, ni lo uno ni lo otro). Las revolvemos para que las láminas de pan se deshagan, y ya están listas para servir. Una vez en el plato, con la cuchara, volvemos a deshacer las sopas hasta que nos quede la textura que nos guste.

NATILLAS

Y de postre siempre se servían natillas que se habían preparado mientras los arvejos cocían.

VINO

Acompáñese de un buen vino tinto.

Y A COMER

Primero la sopa, después los arvejos y a continuación el compango. Rematar con las natillas, buen café y una copa de orujo de Liébana.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (59): DOMINGO DE PASCUA

En ese pequeño pueblo. Desde la espadaña, las campanas, hermanadas, tocan por alto. Día grande. El pendón se levanta hacia el cielo. Camina lento. Dos pasos. Dos calles. Por cada una de ellas la comitiva avanza con impaciencia. Ahora las campanas van alternando su música. Espera la plaza. Callan las campanas. El canto de las mozas lo pide. Tres veces hincaron la rodilla ante la madre. El negro se tornó en blanco. El rostro de madre e hijo se iluminaron. Se hizo una sola calle.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (58): SÁBADO SANTO

Durante todo el día reinó el desconcierto entre tus discípulos. En la espadaña. A las doce en punto, el silencio y la oscuridad se rasgaron con el tañer alegre de la campana grande, con sabor a gloria, y el repicar agudo de la pequeña, entonando por segunda vez hosanna. De nuevo la alegría.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (57): VIERNES SANTO

En aquella cruz hecha de palmas, antes de morir, apremiado por la agonía, fueron siete palabras de amor. Todo se había consumado. En sus brazos te acogió tu madre transida de dolor. La roca horadada te recibió por un tiempo. Antes, los tuyos te despidieron amorosamente.

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MICRORRELATOS DE PUEBLO (56): JUEVES SANTO

El grial quedó como recuerdo. Le siguió la humildad del lavapiés. Y acabó con sudores de sangre. En tu casa, desde esta tarde hasta la de tu muerte, te expones en el Monumento eucarístico.

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