«RUSTIR» LA ROPA

Los avances tecnológicos traen consigo nuevas palabras a las lenguas, pero también hacen que otras dejen de usarse total o parcialmente. Esto último es lo que ha sucedido en La Uña (León) y otros lugares peninsulares con el verbo ROSTIR / RUSTIR.

Antes de que el agua corriente entrara a formar parte de las viviendas de la montaña oriental leonesa, la ropa se lavaba en el río o arroyo más cercano al domicilio. Se podría decir que las mujeres del pueblo habían elegido un lugar fijo para realizar las coladas, que era respetado por todos los usuarios. Allí dejaban las tajas (lavanderas, en otros lugares) de madera con su protección para no mojarse y su apoyo para las rodillas. El saber y la pericia de aquellas mujeres, ayudado por jabones caseros o el mítico Lagarto, sacaban la suciedad de todo tipo de ropa frotando y frotando y golpeando sobre la taja.

Lavada la ropa, depositada en los baldes de latón, era colgada en los tendales o al verde para su secado. Al verde se tendía la que necesitaba un extra de blancura y sol.

Una vez que el sol había realizado su labor, la ropa se recogía y pasaba a la cocina donde la lumbre iba a surtir de brasas a los depósitos de las planchas de hierro. Recuerdo que las había macizas de hierro que se calentaban en el hogar para realizar el planchado. A veces quedaban restos de humedad en las prendas de ropa, por lo que se hacía necesario eliminarla antes de que fuera a utilizarse o almacenarse. La eliminación de esos restos de humedad se llevaba a cabo colocando la ropa en la trébede de la cocina, que siempre estaba caliente. Esta eliminación de posibles humedades mediante el calor era lo que se llamaba en La Uña RUSTIR LA ROPA.

El verbo RUSTIR lo recoge el DRAE con varias acepciones (asar, roer, roznar), pero no con la que se utilizaba y sigue utilizando Mercedes García Canal en La Uña. Es forma verbal de uso en varias zonas de la provincia de León (Bierzo, Murias de Paredes, La Vecilla) y en otras provincias, especialmente en Asturias donde sus usos son variados y diversos. Con el mismo significado que en La Uña se utiliza en Langreo (Asturias) (“Deshumedecer la ropa al calor de la cocina”), según el DGLA. En la montaña de Riaño, se utiliza dicho verbo en Oseja de Sajambre (León) con el significado de «resecarse» o «tostar». También se utiliza en dicha comarca el participio de dicho verbo con valor adjetivo según el Diccionario de localismos de la Revista Comarcal montaña de Riaño: «duro y muy quebradizo o fácil de triturar por haberlo cocido, frito, tostado o resecado mucho. Dícese de diversos manjares como las galletas, tortas, rebanadas finas de pan, frisuelos».

La primera vez que se documenta el verbo ROSTIR es a finales del siglo XIV, en la obra del aragonés Juan Fernández de Heredia (c. 1310-1396).

RUSTIR proviene de ROSTIR, que según el DRAE tiene su origen en el  francés antiguo rostir, y este en el franco *hraustjan ‘asar’, ‘tostar’. El Léxico del leonés actual lo considera un préstamo del catalán Rostir. ¿No sería del aragonés? En 1611, Francisco del Rosal recogía en su diccionario la forma RUSTIR, pero le dio otra etimología diferente. Según él, vendría de USTUS, participio pasivo del verbo latino ŪRO, URĚRE ‘quemar’, ‘arder’.

El diccionario de la Academia de la lengua no recogerá dicha forma verbal hasta su edición de 1803; su significado será el de ‘asar’.

En italiano se ha conservado el adjetivo USTO en usos poéticos o frases hechas con el significado de ‘quemado’, ‘escaldado’.

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