RECRIMINACIONES ENTRE UNA MANZANA Y UNA PERA
Una manzana y una pera conviven en amable y apacible armonía en su frutero de plata, esperando que algún día se conviertan en sabroso manjar. Pasan los días y su deseo no se ve cumplido. Por el contrario, el paso del tiempo, por no hacer mudanza en su costumbre, comienza a hacerse visible en la pera: ha perdido brillo su piel y comienza a ajarse. La manzana, temerosa de que le suceda a ella lo mismo por contagio, se aparta y le insulta: «PERA PODRE». La reacción de la pera no se hace esperar: «MANZANA PODRIDA por dentro, aunque no lo manifiestes por fuera».
La pera se aparta apenada de la que no ha mucho tiempo era su amable compañera de espera y con la que había compartido largas horas de agradable conversación y le recuerda, en versos populares, con una sonrisa picarona en su piel ajada lo que tantas veces había oído salir de la boca de la sabiduría popular:
― Tú me llamaste pera podre.
Yo te llamé manzana podrida.
La pera podre se come,
y la manzana se tira.
PREGUNTAS: ¿Tu cuchillo ha tocado alguna vez la parte podrida de una manzana y de una pera? ¿Cuál huele y sabe peor? ¿Quién tiene razón?