1. ONOMATOPEYA
Partiremos de una de las definiciones de onomatopeya. Y para ello nada mejor que seguir a uno de los padres de la filología hispánica del siglo XX: Fernando Lázaro Carreter. Esta es su definición:
Fenómeno que se produce cuando los fonemas de una palabra describen o sugieren acústicamente el objeto o la acción que significan: rasgar, borbotón, tic-tac, etc. Las voces en las cuales se verifica dicho fenómeno, se denominan palabras onomatopéyicas, imitativas o fonosimbólicas. Modernamente se ha pretendido explicar la naturaleza representativa de dichas palabras, mejor que por una imitación más o menos vaga de los sonidos, por la semejanza entre el esquema articulatorio de la palabra onomatopéyica y el esquema del movimiento que se produce en el objeto significado por ella. En la palabra borbotón, p. ej., los golpes de labios que se suceden sugieren en el oyente la estructura de los golpes sucesivos del líquido que sale a borbotones por un orificio (Diccionario de términos filológicos, Fernando Lázaro Carreter).
Describen o sugieren. Una cosa es describir o sugerir y otra imitar la realidad mediante sonidos lingüísticos, como la han definido algunos. Porque, si realmente con sonidos lingüísticos se pudiese imitar la realidad, reproducirla, en todas las lenguas del mundo habría onomatopeyas iguales al imitar la misma realidad. Por ejemplo: los gallos cantan igual en todas las partes del mundo. Sin embargo, cuando buscamos la palabra que se dice onomatopéyica y que reproduce dicho sonido nos encontramos con que en español se dice QUIQUIRIQUI; en inglés, COCK A DOODLE DOO; en francés, COCORICO; y en japonés, KOKEKOKKO (コケコッコー), por poner solo algunos ejemplos. ¿Acaso los gallos cantan de forma diferente en los países citados? ¿O es la percepción que tienen sus hablantes la que les lleva a reproducir el canto de forma diferente?
Dejaremos a un lado la cuestión y continuaremos con la tradición aceptando que existen palabras o grupos de palabras que usamos convencidos de que describen o sugieren mediante los sonidos de la lengua determinadas realidades, como pueden ser los sonidos reales, el ruido de movimientos o de acciones: ONOMATOPEYA. Por lo menos, a posteriori. Y las encontraremos tanto en el habla coloquial como en la literaria.
Comenzaremos con el análisis de este fenómeno en un soneto de Luis de Góngora (1561-1627), máximo representante del culteranismo barroco, para huir de los ejemplos tópicos, que veremos en otros post. Y que seguro que algunos no compartirán y pondrán en duda.
2. TEXTO
SONETO 70, DE 1584
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
amantes, no toquéis, si queréis vida;
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno;
manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora
y solo del Amor queda el veneno.
(LUIS DE GÓNGORA)
3. ALGUNAS ACLARACIONES DEL PRIMER CUARTETO
– v.2: humor= saliva.
– v.2: perlas= dientes.
– v.3: licor sagrado: néctar, bebida de los dioses.
– v.4: Júpiter: principal dios de la mitología romana.
– v.4: Ganimedes: hermoso príncipe troyano, amante de Júpiter y copero de los dioses.
4. ESTADÍSTICA DE SONIDOS EN TODO EL POEMA
4.1. VOCALES
Las 184 vocales que encontramos en el poema suponen un 47,05 % del total de los sonidos, porcentaje que se aproxima a los valores que da Alarcos Llorach y no muy distantes de la media que manejamos nosotros, que es del 43,56 %. Esta es su distribución y sus porcentajes partiendo del 100 %:
VOCAL | PRESENCIAS | PORCENTAJE | DESVIACIÓN DE LA NORMA |
A | 51 | 27,71 % | -2,86 % |
E | 49 | 26,63 % | -2,19 % |
O | 43 | 23,36 % | +2,01% |
I | 28 | 15,21 % | +1,54 % |
U | 13 | 7,06 % | +1,49 % |
Solamente comentar que las desviaciones tanto positivas como negativas no son realmente significativas.
4.2. CONSONANTES
En el caso de los sonidos consonánticos, indicaremos que no hay desviaciones significativas importantes. Como solo nos fijaremos en las vocales, no damos los valores.
5. ANÁLISIS DEL PRIMER CUARTETO
Utilizaremos el primer cuarteto para ver los valores onomatopéyicos del soneto. Y solamente las vocales. Este es el resultado:
VOCAL | PRESENCIAS | PORCENTAJE | DESVIACIÓN DE LA NORMA |
A | 16 | 31,37 | +0,79 |
I | 12 | 23,52 | +9,85 |
E | 10 | 19,60 | -9,22 |
O | 8 | 15,68 | -5,66 |
U | 5 | 9,84 | +4,23 |
Se observará que existe una clara desviación significativa en valor positivo de la vocal I. Se halla casi 10 puntos por encima del uso de la media estándar y más de 8 puntos sobre el conjunto del soneto. Por tanto, este fenómeno tiene que tener un valor significativo claro en esos cuatro primeros versos.
6. INTERPRETACIÓN
En esos cuatro primeros versos de este soneto dedicado al amor se nos habla de una de sus manifestaciones gozosas: el beso en la boca. Se invita a disfrutar de la saliva, a la que se identifica con el licor sagrado que degustaban los dioses. El fluir de la saliva en la boca durante el beso produce un ruido perceptible por nuestro oído interno, que intenta Góngora hacerlo visible, audible, mediante la repetición onomatopéyica de la vocal I presente en ocho de las veintisiete palabras de que consta el cuarteto: convida, distilado, invidiar, licor, ministra, etc. Se produce una identificación, o se cree que se produce poéticamente, de un ruido físico (el del salivar) con un ruido lingüístico (el de la pronunciación de la I). La I, esa vocal de localización anterior y cerrada, la vocal de la alegría que algunos poetas consideran como hiriente y penetrante sonido que advierte a los amantes del peligro del beso.